El ser humano debe aprender a gestionar de manera adecuada sus emociones, y no solo concentrarse en las habilidades tradicionales. Las personas emocionalmente desarrolladas, es decir que gobiernan adecuadamente sus sentimientos y reconocen los de los demás, no solo son más empáticas, sino que tienen ventaja competitiva en todos los ámbitos de la vida, con respecto a quienes no han trabajado en esta habilidad.