¡UN VIRUS CLASISTA!

Al 21 de enero de 2021, para la protección contra la covid-19, se han vacunado en el mundo 54.356.831 personas que viven en 49 de los 194 países que son reconocidos por la ONU como estados soberanos. Los primeros tres que iniciaron la vacunación fueron, en su orden, Reino Unido, Rusia y EE. UU. Mientras tanto, los llamados países pobres observan cómo se van desarrollando los diferentes esquemas de inoculación y cómo, día a día, se incrementa en otros territorios el número de inmunizados. La distribución del producto para proteger a la población mundial ha sido tan inaceptablemente desigual, que la propia OMS, en cabeza de su presidente, Tedros Adhanom Ghebreyesus, expresó lo siguiente ante el Comité Ejecutivo de la organización: “El mundo está al borde de un catastrófico fracaso moral, y el precio de ese fracaso se pagará con vida y empleos en los países más pobres”.

 

Agregó, además, que “no sería justo que adultos jóvenes y sanos en los países ricos se vacunen antes de que puedan hacerlo trabajadores sanitarios y personas mayores en los países más pobres”. ¡Y eso es precisamente lo que está sucediendo! Solo por poner un ejemplo, Canadá (que ya inició la vacunación) tiene acuerdos firmados con diferentes casas farmacéuticas para comprar 358 millones de dosis, ¡cuando en su territorio hay 38 millones de habitantes! Por otra parte, ¿qué está sucediendo en el África? El padre Charles Chilufya, coordinador del grupo de trabajo para África de la comisión covid-19 del Vaticano, comenta que no ve ninguna posibilidad de que en el futuro inmediato se inicie la vacunación en la gran mayoría de los 55 países que conforman este continente; por eso declara que “las instituciones internacionales que protegen los derechos de salud deben, por lo tanto, desarrollar un enfoque más intervencionista para garantizar la igualdad de acceso a los medicamentos, fomentando directrices universales y mecanismos de cooperación mundial”.

 

¿Es clasista este coronavirus por ensañarse con las personas más pobres y vulnerables? ¡Por supuesto que no! Pero lo que sí ha desnudado es la terrible desigualdad que existe entre países y dentro de ellos, los vergonzosos niveles de pobreza en que viven la mayoría de los ciudadanos. En el caso de Colombia, son millones los compatriotas que no tienen la posibilidad de acceder a una alimentación que provea los nutrientes esenciales para tener una vida digna. Los toques de queda, la restricción de la movilidad, entre otras medidas, si no van acompañadas de una vigorosa campaña de ayudas para tantos compatriotas, terminará por ampliar la brecha entre pocos ricos y una gran masa de población empobrecida. 

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